domingo, 2 de junio de 2013

Crítica: "Modern Vampires of the City", de Vampire Weekend

TÍTULO: Modern Vampires of the City
ARTISTA: Vampire Weekend
FECHA DE PUBLICACIÓN: 14 de mayo, 2013
PRODUCIDO POR: Ariel Rechtshaid


Los neoyorquinos Vampire Weekend han vuelto. Tras sus dos anteriores y notables trabajos ("Vampire Weekend" y "Contra") parecía difícil poder superarlos, pero lo han hecho. Muchas veces el intento por madurar se traduce en una falta de ideas o el optar por renovarse demasiado acaban por difuminar su rastro y su esencia y se convierten en algo completamente desconocido. No ha sido el caso de ellos, han sabido acercarse a otros registros, indagar en  nuevos campos (tales como el de la distorsión en la voz, por ejemplo) pero sin perder su esencia, que es lo más importante.
 El africanismo ,que tanto va ligado a la banda, no ha desaparecido, se encuentra camuflado. Otro rasgo interesante es la ausencia de guitarras. No han desaparecido al completo, por supuesto, pero momentos que antes se solucionaban con éstas ahora se arreglan con unos sutiles punteos o una leve batería. En múltiples ocasiones la voz de Ezra Koenig aparece sola, sin nada que lo acompañe.

El disco abre con “Obvious Bicycle”, un tema que no refleja para nada lo que vendrá a continuación. Un corte lento, con poca instrumentación y un interesante falsete de Koenig, sin ningún sobresalto se mantiene en la misma línea durante los cuatro minutos de duración.

Le sigue “Unbelievers”, la primera canción que presentaron, fue en un directo en el programa de Jimmy Kimmel y mostró que, aunque ellos mismos dijeron que su nuevo disco tendría un componente más oscuro, iban a seguir ese activo altamente pop. Sin llegar a ser de lo mejor de este “Modern Vampires of the City”, va acercándonos a lo que será la sintonía habitual del disco: potentes, pegadizos y marcados estribillos con una interesante instrumentación sin apenas guitarras.

“Step” es, sin duda, de lo mejor del álbum. Esta balada toma la letra de un tema del rapero YZ, y repasa varios momentos de la música en Norteamérica. Un emotivo estribillo: “The gloves are off, the wisdom teeth are out/What you on about?/I feel it in my bones, I feel it in my bones” lleva al corte a uno de los puntos álgidos del disco.

Tras éste llegamos a “Diane Young”, otro de los singles que nos mostraron antes de la publicación del “Modern Vampires of the City”. Otro gran tema, mucho más directo que el anterior y que cuenta con la novedad de la voz de Ezra distorsionada por momentos. Una gran percusión y uno de los instantes más guitarreros del álbum hacen de él una auténtica maravilla. “Don´t Lie” es un medio tiempo en el que apreciamos con mayor nitidez los teclados, que han ido apareciendo hasta ahora de manera muy racionada.
“Hannah Hunt” abre de manera muy íntima, con un Ezra cantando casi a capella, con una mínima percusión de fondo. Y así transcurre la mayoría del tema, apareciendo esporádicamente alguna nota al teclado o algún punteo leve a la guitarra. Sin embargo habiendo transcurrido algo menos de tres minutos, todo se compacta. Una voz rota de Koenig eleva el tema durante unos instantes para devolverlo a la calma de la que procedía.

“Everlasting” indaga en unos ritmos que podríamos incluso denominar funky por momentos, otros en los que de nuevo la instrumentación es muy escasa, dejando la voz casi al desnudo. Encontramos también unos violines con los que abre el tema y que vuelven a aparecer en ciertos momentos según avanza el corte.
Tras ésta llega la movida “Finger Back”, un torbellino de canción que recuerda a grandes éxitos como “Cousins” y “A-Punk”,  falsete de Ezra y coro angelical incluído. Demostrando que quedan aún atisbos de los Vampire Weekend más bailables (¡y vaya si quedan!).
“Worship You” no se queda atrás con una percusión que se asemeja al trotar de unos caballos, y una melodía que bien podría sonar a unos Mumford & Sons acelerados.

Nos acercamos al final. Hasta el momento hemos encontrado un álbum notable, con unos cortes más directos, otros sin embargo más cercanos a las baladas y a los medios tiempos. Y este es el caso del tema que nos ocupa ahora: “Ya Hey”.  Fue el tercer single (sí, aquel vídeo lleno de champagne) que nos mostraron. A destacar la letra con claras referencias religiosas, así como los coros, con unas voces “apitufadas”. Pegadizo de principio a fin, muestra que supieron elegir perfectamente el tridente (“Step”, “Diane Young” y ésta) que puede definir el disco.

El disco cerrará con dos cortes totalmente diferentes a lo que hemos encontrado durante las 10 pistas anteriores. Aquí sí apreciamos esa oscuridad, esa melancolía fría de la que hablaban durante los meses anteriores a la publicación del disco que éste tendría.
“Hudson” tiene una oscura atmósfera  alimentada por unos agudos coros, un órgano y una percusión que bien podrían hacer que formara parte de una película de Tim Burton. La breve “Young Lion” se compone de un piano que se mueve entre lo infantil y lo tétrico, también encontramos a Koenig, con mucho reverb en su voz. El resultado es un final de disco curioso y extraño, que nos da la sensación de haber estado escuchando otro álbum totalmente diferente al que en realidad hemos degustado.

Un total de doce temas que muestran la madurez de Vampire Weekend, que refleja que ya no sólo son capaces de hacer temas directos y con estribillos pegadizos (que también) sino que han ahondado un poco más en su música, en sus letras, sin abandonar ese africanismo que, aunque en un principio puede parecer  que ha desaparecido, se encuentra en los pentagramas, en los tiempos y melodías.

Gran disco.

NOTA: 8,8/10




No hay comentarios:

Publicar un comentario